Monday, February 20, 2012

Seneca Falls Declaration. Translation

 Seneca Falls Declaration (1848)

            One of the reform movements that arose during the “freedom´s ferment” of the early nineteenth century was a drive for greater rights for women, especially in the policital area. Women were heavily involved in many of the reform movements of this time, but they discovered that while they did much of the drudge work, with few exceptions (such as Dorothea Dix) they could not take leadership roles or lobby openly for their goles. Politically, women were to be neither seen nor heard. The drudgery of daily housework and its deadening impact on the mind also struck some women as unfair.
            The convention at Seneca Falls, New York, in July 1848, was organized by Lucretia Mott and Elizabeth Cady Stanton, two Quackers whose concern for  women´s rights was aroused when Mott, as a woman, was denied a seat at an international antislavery meeting in London. The Seneca Falls meeting attracted 240 sympathizers, including forty men, among them the famed former slave and abolitionist leader, Frederick Douglas. The delegates adopted a statement, deliberately modeled on the Declaration of Independence, as well as a series of resolutions calling for women´s suffrage and the reform of marital and property laws that kept women in an inferior status.
            Very little in the way of progress came from the Seneca Falls Declaration, although it would serve for the next seventy years as the goal for which the suffrage movement strove. Women´s suffrage and nearly all of the other reforms of this era were swallowed up by the single issue of slavery and in abolition, and women did no receive the right to vote until the adoption of the Nineteenth Amendment to the Constitution of 1920.

From the book: Basic readings in U.S. democracy. Edited by Melvin I. Urofsky.
           


La Declaración de Seneca Falls (1848)

            Uno de los movimientos reformistas que tuvieron lugar durante la fiebre libertaria de principios del siglo diecinueve fue la fuerza propulsora de mayores derechos para las mujeres, especialmente en el campo de la política. Las mujeres estaban profundamente involucradas en los movimientos reformistas de la época, pero se dieron cuenta de que mientras ellas eran quienes llevaban a cabo gran parte del trabajo pesado, con unas pocas excepciones (como Dorothea Dix) no les estaba permitido convertirse en líderes o hacer lobby abiertamente para conseguir sus objetivos. En lo político no eran vistas ni escuchadas, muchas mujeres consideraban injustos tanto la dureza del trabajo doméstico como su impacto adormecedor en la mente de quienes lo llevaban a cabo.
            La convención celebrada en Seneca Falls, Nueva Cork, en julio de 1848 fue organizada por Lucrecia Mott y Elizabeth Cady Stanton, ambas cuáqueras cuyo interés en los derechos de la mujer surgió cuando a Mott se le negara un lugar en una conferencia internacional contra la esclavitud celebrada en Londres.  La Convención de Seneca Falls reunión a doscientos cuarenta integrantes, incluyendo a cuarenta hombres, entre los cuales se encontraba Frederick Douglass, famoso ex esclavo y líder abolicionista.  Los delegados redactaron una declaración, siguiendo de manera deliberada el modelo de la Declaración de Independencia, así como una serie de resoluciones en las que se exigía el sufragio femenino y la reforma de las leyes que regulaban el régimen marital y de la propiedad según los cuales las mujeres gozaban de un estatus inferior.
            Muy poco de lo reclamado por la Declaración de Seneca Falls se llevó a la práctica, mas representó durante los siguientes setenta años la meta por la que luchó el movimiento sufragista. Tanto el voto femenino como casi todas las reformas de la época fueron opacadas por la cuestión de la esclavitud y su abolición, y a las mujeres no se les otorgó el derecho al voto hasta que la introducción de la Decimonovena Enmienda de la Constitución, en 1920.         

Translated by Alex Ferretti

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